Belleza

Sérum facial: ¿Qué es y para qué sirve?

El sector de la dermocosmética está en constante evolución y aparecen tendencias nuevas cada día: Mascarillas, tónicos, herramientas faciales de todo tipo… ¡las opciones son casi infinitas! Pero, ¿Cuántos pasos debería tener tu rutina?, ¿Y cuáles son los productos imprescindibles para la rutina diaria?

La clave para obtener los resultados que buscas de tu rutina diaria de cuidado facial está en utilizar fórmulas que traten las necesidades específicas de tu tipo de piel. Para ello, no hay mejor producto que los serums, pues constituyen un tratamiento intensivo y son muy agradables de usar. Aplicarlo es un pequeño paso en tu rutina, pero un gran paso para la salud de tu piel.

Entonces, ¿para qué sirve el sérum y por qué es tan eficaz? Probablemente hayas oído hablar muchas veces sobre este tipo de producto, pero tal vez no te hayas atrevido a dar el paso y probar uno. O puede que tengas un par de ellos, pero no termines de tener claro cuál es la diferencia entre un sérum y una crema. Acá te explicamos cuáles son sus beneficios y por qué necesitas incorporar este paso a tu rutina.

Beneficios del sérum facial

Alta concentración de ingredientes principales 

Una pregunta muy común es si el sérum puede sustituir a una crema. Se trata de productos distintos, con usos distintos. La mayor diferencia es la alta concentración de ingredientes activos que contienen los sérum. La eficacia de una formulación dermocosmética proviene de la acción sinérgica de todos los ingredientes que contiene, pero se seleccionan aquellos que se consideran principales para un fin específico.

Así, dos fórmulas con el mismo ingrediente activo pueden presentar una eficacia y una seguridad diferentes, en función del resto de ingredientes de las mismas, ya que pueden actuar de forma sinérgica o no. Algunos de los ingredientes principales de los serum son el ácido hialurónico, la vitamina C, la niacinamida o el ácido glicólico, por nombrar solo unos cuantos.

Textura fresca y ligera

Los serums suelen tener texturas frescas y ligeras, fáciles de ser absorbidas por nuestra piel, por lo que se trata de una textura agradable de aplicar sobre la piel. ¡Sí, incluso sobre las pieles grasas!.

Además, una pequeña cantidad de producto es suficiente para cubrir rostro, cuello y escote, por lo que  cunde un montón.

Opciones para todos los tipos de piel

La fórmula de los serums suele tener una mayor concentración de ingredientes activos, lo que los convierte en los grandes protagonistas de la rutina de cuidado facial, independientemente del tipo de piel que tengas. La clave está en encontrar un sérum con una composición que se adapte a tus necesidades, en función de si quieres tratar arrugas, líneas de expresión, manchas, poros muy visibles, piel apagada o piel deshidratada.

¿Cuándo y cómo aplicar el sérum? 

Si quieres hacer una rutina completa en varios pasos cubriendo las diferentes necesidades de tu piel —como un efecto despigmentante y antifotoenvejecimiento, por ejemplo, puedes combinar un sérum y una crema, pero siempre en ese orden.

Un ingrediente multifunción que puedes combinar con cualquier otro tratamiento dermocosmético es el ácido hialurónico. Se trata del “Santo Grial” de los ingredientes principales y uno de los ingredientes estrella de muchos serums, ya que hidrata la piel de manera intensa, rellena las arrugas y líneas de expresión y mejora el tono y la elasticidad de la piel. ¡No puede faltar en tu rutina!

Si tienes la piel seca o muy seca, tras la limpieza puedes empezar tu rutina facial empleando un sérum a base de ácido hialurónico, seguido de una crema con efecto reparador, ya que las pieles deshidratadas tienden a presentar signos de la edad —como líneas de expresión, arrugas o flacidez—. Posteriormente, tienes que completar tu rutina con un fotoprotector, ya que el sol es el principal responsable del envejecimiento de la piel.

Una rutina de cuidado facial más sencilla

¿Por qué no aplicar el mantra “menos es más” a tu rutina de cuidado facial? Aunque parezca contradictorio, en función de tu tipo de piel, puedes simplificar tu rutina al incorporar un sérum. Según las necesidades de tu piel, un solo sérum puede ser suficiente.

Esta rutina sencilla es una muy buena opción para pieles que busquen texturas lo más ligeras posibles.

Ejemplo de rutina minimalista:

Paso 1. Limpieza (aceite limpiador o agua micelar).

Paso 2. Sérum.

Paso 3. Fotoprotector.

Si quieres aplicar un contorno de ojos o una crema hidratante, debes hacerlo entre los pasos 2 y 3.

Como ves, es un producto dermoestético que tiene múltiples ventajas y realmente vale la pena invertir en este paso de la rutina.

¡Una vez que encuentres el que mejor se adapte a tus necesidades te preguntarás por qué no empezaste a utilizarlo antes!

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