Belleza

La cosmeticorexia arrasa entre menores y amenaza su salud por influencia de las redes sociales

El fenómeno se caracteriza por rutinas excesivas de skincare y maquillaje a edades tempranas, lo que expone a los menores a riesgos dermatológicos, hormonales e incluso envejecimiento prematuro.


El fenómeno es real y crece de manera alarmante. Así lo advierte Francisca de la Barra, directora ejecutiva de DROP+, marca chilena especializada en cosmética natural y certificada internacionalmente, quien asegura que cada vez más niños comienzan a consumir maquillaje y productos de skincare a edades tempranas, muchas veces desde los seis años, siguiendo rutinas que imitan a influencers en plataformas como TikTok e Instagram.

“La cosmeticorexia es una adicción al uso de cosméticos y skincare entre niños y adolescentes. Hoy vemos a menores de seis años grabando rutinas completas con varios productos, lo que ha disparado el consumo y los riesgos asociados”, explica de la Barra.

Uno de los principales problemas es que la piel infantil aún no está preparada para recibir químicos. “Su estructura es superfina, no está completamente desarrollada y los niños no regulan bien la humedad. Esto los hace mucho más susceptibles al ingreso de productos dañinos”, detalla la ejecutiva. Por eso, recomienda productos que respeten el pH natural, libres de fragancias y conservantes, que fortalezcan la barrera cutánea en vez de debilitarla.

Según de la Barra, el consumo no es menor: un niño menor de 12 años puede llegar a gastar en promedio 324 dólares anuales en cosmética. Una parte de esta explosión proviene del fenómeno conocido como “Sephora Kids”, niños que graban videos comprando en tiendas de cosméticos con un ticket promedio de 70 dólares. “Hoy el segmento de mayor crecimiento en la industria del skincare no son los adultos de 25 a 44 años, sino los niños de entre 8 y 12. La presión por sentirse aceptados en redes sociales está generando problemas de autoestima y consumo desmedido”, advierte.

La industria, sin embargo, no ha puesto freno. Un ejemplo es la marca Drunk Elephant, cuyo estilo colorido la convirtió en símbolo de esta tendencia. “En 2018 vendía cerca de 100 millones de dólares; hoy proyecta 300 millones. Fue adquirida por la japonesa Shiseido en 845 millones de dólares. Su web muestra a madres con hijas de la mano, dejando entrever que apunta a este público infantil, aunque no lo declare”, explica de la Barra.

El problema es que se están promoviendo productos con ingredientes totalmente inadecuados para niños: retinol, vitamina C, ácido salicílico y glicólico, entre otros. “Estos activos alteran el pH, producen descamación, sequedad, irritación e incluso quemaduras. Por eso hablamos de envejecimiento prematuro: no respetan los procesos de la piel, sino que los irrumpen”, subraya.

A esto se suma el contexto cultural: los “get ready with me”, videos donde celebridades como Shakira o las Kardashians muestran sus rutinas, replicadas por millones de niños de la Generación Alfa, la primera en crecer en un mundo completamente digitalizado. Aunque las redes sociales prohíben usuarios menores de 13 años, en la práctica niños de 6, 7 u 8 años pasan horas en TikTok o Instagram, imitando estas prácticas.

En Chile, si bien el Instituto de Salud Pública (ISP) regula con seriedad la seguridad de los productos, no existe normativa específica que limite su uso en menores. En contraste, la Unión Europea y algunos estados de EE.UU. ya han comenzado a prohibir ingredientes dañinos. “La industria no lo hará por sí sola, porque es un negocio muy rentable. La responsabilidad recae en los padres”, enfatiza de la Barra.

Frente a este escenario, la ejecutiva recomienda que los menores de 12 años se limiten a una rutina básica de tres pasos: limpieza, hidratación y bloqueador solar —idealmente natural y sin químicos como la oxibenzona—, y que cualquier problema como el acné sea tratado por un dermatólogo y no por las redes sociales.

El auge de esta tendencia también ha incrementado en un 20% las consultas dermatológicas en jóvenes adultos, lo que confirma que el problema no es pasajero. Para de la Barra, la clave está en la educación y en el rol de los padres. Solo con información y orientación responsable se podrá evitar que el maquillaje y el skincare, que deberían ser herramientas de cuidado, se transformen en una amenaza para la salud de las nuevas generaciones.

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